miércoles, 6 de febrero de 2013

El legado de Jason Kidd


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Aquel viernes 13 no era un día normal. El joven Kyrie iba a ver en el Continental Airlines Arena a los New Jersey Nets jugar contra los San Antonio Spurs en el quinto partido de la final de la NBA. Acompañado por su padre, Drederick, antiguo jugador de baloncesto, y su hermana, este chaval de once años nacido en Australia y huérfano de madre, se adentró en las profundidades del imponente pabellón que, en 2003, albergaba el hogar de los Nets.

Ese día se disputaba el quinto partido de la serie, el tercero consecutivo en el Continental Airlines Arena de New Jersey. El resultado hasta ese momento era de 2-2, por lo que una victoria del equipo local, liderado por Jason Kidd, le situaba en una posición privilegiada para encarar los dos últimos envites en Texas.

Kyrie observaba desde la grada cómo Tim Duncan dominaba los aros por parte visitante, mientras que Kidd aguantaba el duelo para los Nets. Seguramente durante ese partido, el pequeño niño se dio cuenta de la importancia del equipo por encima de las individualidades de las estrellas. Duncan se estaba saliendo (acabó con 29 puntos y con 17 rebotes) y los Spurs carburaban juntos. Kidd remaba como de costumbre, pero sus compañeros se enfrentaban a problemas físicos. Kenyon Martin sufría de problemas estomacales y no se encontraba en condiciones de dar la talla. Por su parte, Richard Jefferson tampoco aparecía. De hecho, no lo hizo hasta el último cuarto, cuando anotó 11 de sus 19 puntos.

Drederick, el padre de Kyrie, tuvo que consolarlo al final del partido. Los Nets perdían el quinto encuentro, dejando un 3-2 favorable a San Antonio en el global de la serie y con dos enfrentamientos por disputarse en casa de los Spurs. Era una situación límite. Y Kyrie, con tan sólo once añitos, lo sabía. La decepción fue grande, como no podía ser de otro modo.

No obstante, hay que aprender de todo, incluso de las derrotas. El pequeño Kyrie Irving supo, aquel viernes 13 de junio de 2003, que para ser un gran base necesitas a tu equipo. La sombra de Jason Kidd aún es alargada... y lo que nos queda.




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